Il Manifesto
En materia de alimentación y agricultura, el futuro puede tomar dos caminos opuestos.
Uno lleva a un planeta muerto: diseminación de venenos y difusión de monocultuivos químicos; endeudamiento por la adquisición de semillas y herbicidas, causa de suicidios en masa entre los agricultores; niños que mueren por falta de comida; aumento de las enfermedades crónicas y de los óbitos debidos a carencias nutricionales y a las substancias envenenadas vendidas como alimentos; devastación climática que perjudica a las propias condiciones de la vida sobre la Tierra.
El segundo camino es el de la renovación del planeta gracias a la agroecologia, a la retomada de la biodiversidad, al respeto por el suelo, por el agua y por las pequeñas unidades agrícolas, para que todos en el mundo puedan tener acceso a una alimentación saludable.
El primer camino es el industrial y fue trazado por el cartel de los venenos. Después de las dos guerras mundiales, las compañías transformaron a sus armas químicas en substancias agroquímicas, como pesticidas y fertilizantes. Y convencerion al mundo de que, sin estos venenos, no era posible obtener cosechas y producir alimentos.
En 1990, nos decían que los transgénicos anularian todos los límites impuestos por el ambiente, permitiendo el crecimiento de alimentos en cualquier lugar, incluyendo los desiertos y los despojos de los materiales tóxicos.
Hoy, existen sólo dos aplicaciones de los transgénicos: la resistencia a los herbicidas y los cultivos Bt. La primera aplicación fue decantada como método para el control de las hierbas dañinas – en realidad, creó otras super-resistentes; sobre los cultivos Bt, se suponía que conseguirian mantener a los parásitos lejos, cuando, en realidad, desarrollaron otros super-resistentes.
La última gran noticia es que el “big data” nos nutrirá. Monsanto habla de la “agricultura digital” basada en el “big data” y en la “inteligencia artificial”. Prefigura hasta una agricultura sin agricultores.
No sorprende que la epidemia de suicidios entre los agricultores de la India y, de otros países en general, la crisis de los agricultores en todo el mundo no despertaron las debidas respuestas de los gobiernos: estos últimos están con la intención tenaz y ciega de construir el próximo trecho de la autopista para la muerte que ignoran la inteligencia de las semillas vivas, de las plantas, de los organismos del suelo, de las bacterias de nuestro intestino, de los campesinos y de las montañas de experiencia y sabiduria construídas durante milenios.
los pequeños agricultores producen 70% de los alimentos globales usando 30% de los recursos totales destinados a la agricultura.
La agricultura industrial, por el contrario, usa 70% de los recursos, generando 40% de las emisiones de gases de efecto invernadero, para producir apenas 30% de los alimentos que comemos.
Climate Corporation, la mayor compañía del mundo en datos sobre el clima, y Solum Inc., la mayor compañía del mundo en datos sobre el suelo, son hoy de propiedad de Monsanto. Estas dos empresas sólo venden datos. Pero los datos no son conocimiento. Sólo son otra mercaderia destinada a tornar al agricultor todavía más dependiente.
No podemos enfrentar al cambio climático y sus consecuencias reales y efectivas sin reconocer el papel central del sistema alimentario industrializado y globalizado, que genera hasta 40% de las emisiones de gases que alteran el clima por causa de los siguientes factores: deforestación, pecuaria intensiva, embalajes de alimentos en plástico y alumínio, transportes e largas distancias y desperdicio de alimentos.
No podemos resolver al cambio climático sin la agricultura ecológica y en pequeña escala, basada en la biodiversidad, en las semillas vivas, en los suelos vitales y en los sistemas alimentarios locales, reduciendo al mínimo los transportes de productos alimentarios y eliminando a los embalajes plásticos.