A pesar de todas las fronteras que Mame había conseguido cruzar para llegar a España desde Senegal, aún viviendo en Madrid, cada día tenía que saltar una más: la que está instalada en las cabezas de los políticos que hacen las leyes antinmigración. Los modelos migratorios laborales de puerta estrecha y las restrictivas condiciones del sistema internacional de asilo reducen las vías legales para la migración a un atolladero del que pocos salen con éxito.Lo daba a entender Mbaye en su pancarta: no tener papeles no es delito. Y, a pesar de ello, los migrantes en esta situación se sienten criminalizados, tanto por la sociedad, como por el Estado.