Hay oposiciones. Masivas las llaman. En realidad, son las mismas plazas que solían sacar antes de que empezaran los recortes. Hace ya unos cuantos años y antes de que estallara la “crisis”, se solían ofertar entre 500 y 1.000 plazas, los años que había oposiciones, en las especialidades con mayor número de vacantes. En 2018 sacarán más de 900 a concurso (en la Comunidad Valenciana especialidad de primaria) que, siendo bastantes, no parece una cifra muy lejana a cuando la oferta era “normal” y, muchos menos, una cantidad que se pueda adjetivar con la palabra “masivas”. Pero vayamos al meollo del asunto.
¿Por qué se sacan ahora tantas plazas, con los presupuestos congelados y tras años de ofertas ridículas con la excusa de que la administración central no lo permitía y muy por debajo de las necesidades reales? Pues, digan lo que digan los partidos políticos y gobiernos de diferente color y pelaje, no es para dar estabilidad a las plantillas, ni para mejorar la educación aumentando el profesorado de los centros pues, en primer lugar, la estabilidad de las plantillas no la causan los interinos, como ya han señalado varios estudios recabados por diversos sindicatos, sino los continuos cambios de centro por parte del personal fijo en cada concurso de traslados o mediante el procedimiento de comisión de servicios, para trasladarse al destino que más les interesa aludiendo motivos personales. De hecho, si es necesario el personal interino, es debido a que siempre hacen falta plazas de más para que los que tienen la plaza en propiedad, puedan intercambiarse destinos entre ellos (entre otras causas como las jubilaciones, defunciones y bajas laborales), como así hacen. Tampoco es para dotar de más profesorado a las plantillas. Para eso no hace falta convocar una oposición. Sobra gente llamando a las puertas de la educación para trabajar y, cuando han sido necesarias más personas, se han abierto bolsas de urgencia allí donde ha hecho falta. Si la falta de personal es un motivo, se habrían convocado muchas más plazas en años anteriores cuya oferta en las convocatorias fue ridícula. Así que no, no son esos los verdaderos motivos. El motivo es otro.
El verdadero motivo es que Europa les ha dado a elegir entre susto o muerte, porque no lo están haciendo bien. Una sentencia reciente daba la razón a los interinos españoles y dictaminaba que “los interinos que cubren plazas de funcionarios y que encadenen contratos temporales fraudulentamente deben ser considerados indefinidos no fijos“. Eso significa que en España las administraciones estaban contratando personal en fraude de ley, que es cuando una persona encadena un contrato temporal tras otro y no le hacen fija, como establece el estatuto de los trabajadores y cuyo artículo 15.3 determina claramente que “se presumirán por tiempo indefinido los contratos temporales celebrados en fraude de ley”. Es decir, que una gran parte de los interinos que llevan años encadenando un contrato tras otro, siendo contratados y despedidos para ser contratados al día siguiente otra vez, según la ley que el mismo estado y sus administraciones incumplen, debería ser reconocido como personal indefinido, lo cual no quiere decir que haya que darles una plaza, pero sí que no se les puede despedir sin la correspondiente indemnización como si fueran empleados fijos con antigüedad, pues son, a efectos legales, trabajadores indefinidos, pues ocupan plazas estructurales.
La jugada de las administraciones dista mucho de lo que debería ser una respuesta institucional que reconociera que desde los poderes públicos se ha incumplido el estato de los trabajadores una y otra vez. En vez de consolidar a los trabajadores que llevan años despidiendo y volviendo a contratar una y otra vez, como ordenan desde Europa, convocan oposiciones. ¿Por qué? Muy sencillo, así eliminan las plazas estructurales y, con ellas, a esos interinos que deberían ser indefinidos. Es un ERE cuya finalidad es echar aquellos que más derechos adquirido tienen y más dinero cobran (también se acaba de reconocer que los interinos tienen derecho a cobrar sexenios) y sustituirlos por personal nuevo mucho más barato, pues quien recién entra no tiene ni trienios ni sexenios. Así no tienen que indemnizar a nadie, pues una oposición implica una rebaremación de la gente que presta servicios y está en bolsa, por lo tanto no hay un despido de esas personas, sino que pasan a ocupar un lugar mucho más alejado de las posiciones que les permiten trabajar todo el año.
Así arreglan las cosas los poderes públicos de derechas e izquierdas en nuestro país. Que en Europa nos dicen que llevamos años abusando de los contratos temporales del personal interino, pues se convocan oposiciones en vez de cumplir las sentencias. Porque ofrecer más plazas fijas no soluciona ningún problema, ni el de los derechos de trabajadores con contratos en fraude de ley a los que se les debería hacer indefinidos, ni el de los chavales que no van a tener más profesores, sino diferentes. Una jugada digna de los mejores trileros y que además lava su imagen de cara al electorado.
Cuídame señor de esta izquierda, que de la derecha ya me cuido yo.
Un apunte último. Estos años que son los que más cantidad de interinos ha habido jamás, es cuando España ha sacado mejores puntuaciones en PISA, es decir, no hay relación entre contratación de interinos y empeoramiento de la calidad de la educación y, si la hubiere, está es justo al revés, más interinos han supuesto mejores resultados.