Leiv Eiriksson descubre América del Norte (1893) de Christian Krohg. Galería Nacional, Noruega.
Que los vikingos llegaron a América siglos antes que Colón lo sabemos, los restos arqueológicos de una aldea nórdica fundada alrededor del año 1000 en Terranova lo apoya, pero ¿Cómo realizaron ese viaje tan peligroso? No solo eso, ¿Cómo regresaban sanos y salvos después? ¿Puede que exista alguna relación con la capacidad de la aves migratorias al orientarse en sus largas travesías a través de todo el mundo? Para encontrar la respuesta a alguna de estas preguntas hemos de buscar entre las páginas de unos antiguos manuscritos, las antiguas sagas nórdicas.
Las Sagas nórdicas
Las sagas nórdicas son los relatos orales transmitidos a través de los siglos de las batallas y viajes vikingos, y encontramos en la Universidad de Copenhague una de las mayores colecciones del mundo de manuscritos de la Escandinavia antigua. En ellos hay múltiples referencias a piedras mágicas y hasta en doce ocasiones encontramos referencias a la piedra del sol.
El tiempo estaba muy nublado, estaba nevando, el rey Olaf envió a alguien para que echara un vistazo, pero no había ningún punto claro en el cielo, entonces el rey cogió su piedra del sol, miró al cielo, y vio de donde venía la luz, de la que adivinó la posición del sol invisible. (traducido del nórdico antiguo).
Este texto corresponde a un fragmento de la Saga de la Historia de San Olaf. No se explica claramente en que consiste esta piedra, pero podemos entender que el rey sacó un objeto que no era nada extraño para nadie.
El mapa de Vinlandia
Algunos lo consideran una falsificación moderna, aunque bien pudo ser un mapa del siglo XV, basado en los conocimientos de los vikingos porque hace referencia a lo que dicen las sagas. Las sagas nórdicas y el mapa de Vinlandia hablan de unos invasores vikingos que llegaron a Constantinopla, costas del norte de África, Islandia, Groenlandia y cruzaron un océano inmenso en el Oeste hasta llegar a un país denominado Vinlandia, también conocido como el continente de América del Norte. Así pues, los vikingos ya conocían el continente mucho antes que Colón.
Los barcos vikingos eran veloces y disponían de gran maniobralidad, avanzados a su tiempo. Sus conocimientos en navegación se acumularon viaje tras viaje, siglo tras siglo. Los mares del Norte eran peligrosos, difíciles de navegar por las terribles tormentas y las densas nieblas que frecuentemente los cubrían, a pesar de todo, los vikingos se atrevían a adentrarse en ellos confiados.
La piedra solar
Un equipo de arqueólogos descubrió hace siete décadas una pieza enterrada bajo un convento medieval en Groenlandia, la llamaron el disco de Uunartoq, que podía ser parte de una primitiva brújula de la que la piedra solar era el centro de la misma.
Debemos pensar en la dificultad a la hora de encontrar restos vikingos, en los ritos funerarios quemaban los cadáveres con sus bienes más preciados, entre ellos, probablemente, sus piedras solares.
Recientemente se descubrió un trozo de calcita de unos diez centímetros en el interior del barco Elizabethan, hundido en la isla de Aldemey, en 1592, alimentando la teoría del uso de estas piedras como las piedras solares de las sagas, algo sugerido ye en 1967 por el arqueólogo danés Thorkild Ramskou.
Esta calcita cristalina, también denominada espato de Islandia, posee una propiedad óptica conocida como birrefringencia, un fenómeno descubierto en 1669 por Erasmus Bartholinus. La luz al pasar a su través y al mover el cristal, las imágenes giran pero una se queda en su lugar mientras las otras dan vueltas (birrefringencia). Durante la época de los vikingos estos cristales solo se encontraban en Islandia y al conquistar el país bien pudieron encontrarlo. Ellos sabían cómo usarla y entendieron este fenómeno.
Preguntaba al principio si podía existir alguna relación entre la capacidad de las aves migratorias al orientarse en sus travesías con el hecho de que los vikingos pudieran orientarse en sus viajes por mar. Las aves puede señalar el sol con precisión gracias a la luz polarizada, algo que el ser humano no puede ver, pero sí con filtros especiales. El ojo del pájaro filtra la luz polarizada para revelar la posición del sol de manera siilar que puede hacerse con el espato de Islandia.
Ni mucho menos tenemos en estos momentos la certeza de que la piedra del sol referida en las sagas islandesas se corresponda con la calcita de Islandia, esta llegará cuando se desentierre uno de estos objetos de algún dragón vikingo o de entre los restos de un asentamiento, pero bien podemos dejar abierta la posibilidad de que así sea.
El misterio continúa…
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